miércoles, 16 de febrero de 2011

Liberación o Dominación

   Nuestra búsqueda como militantes tiene que ser romper con las formas de dominación. Seguir el camino que inicio el Pueblo en diciembre de 2001, diciendo basta a la dominación neoliberal.  A partir del 2003 creamos real conciencia que no se pueden encarar las transformaciones necesarias si no se rompía con la dominación: la que teniía la corte suprema menemista sobre la justicia; la de los milicos que impedían que se investigue y se encuentre la verdad; la dominación del FMI sobre nuestras posibilidades de desarrollo con equidad; la de EEUU sobre Latinoamérica; la de los medios monopólicos que tenían dominio sobre  la palabra y la opinión pública. Podemos seguir con los ejemplos, hay muchos, muchísimos. El último es la dominación que ejercían la cúpula eclesiástica  sobre a quién se debía amar, cómo y de qué forma vivir en consecuencia. Existen múltiples formas de dominación y múltiples luchas por la liberación.

   Hay una forma de dominación que encontramos por demás paradigmática y es la del mundo adulto sobre la infancia; es sobre la que elegimos dar la batalla. Queremos poner en cuestión la hegemonía de los adultos sobre los pibes. Sabemos, que los pibes y las pibas a muchísimas personas les dan miedo; y por esto van organizando un sinnúmero de dispositivos de control y disciplinamiento que apacigüe ansiedades propias y contenga tanta energía peligrosa para sus tranquilidades.



   El discurso dominante nos dice que hay que bajar la edad de imputabilidad; que a los pibes que laburan en la calle hay que separarlos de sus familias y meterlos en un hogar; que a los chicos de hoy les faltan valores, que no respetan.  Al niño pobre hay que disciplinar, controlar, educar y si se resiste: palo; baja en la edad de su imputabilidad, elevar penas, pedir sanciones cada vez mas duras. Hay otro discurso; también dominante; que en su calidez solapada, siempre victimiza amorosamente a los pibes y pibas. Este discurso cala hondo en los y las bien intencionados que, buscando trabajar y luchar para las chicas y chicos, terminan legitimando relaciones de dominación muy crueles. Victimizar a los niños, niñas y adolescentes es lisa y llanamente quitarles su fuerza política, su poder de rebeldía, su fabulosa indisciplina creativa, la forma de jugar en sus polifacéticas formas.

   Se busca pequeñizar la infancia. La ideología tutelar aparentemente es muy humanitaria pero en el fondo es muy peligrosa y muy autoritaria. A todos los que tutelaron les fue muy mal, los indios, las mujeres[1].  La ideología tutelar se mese en un péndulo, yendo y viniendo permanentemente. Del más rancio conservadurismos cuasi lombrosiano (sazonado con cuotas de medios de comunicación) a un tipo de progresismo tecnificado; médico jurídico y altamente burocratizado. La ideología tutelar siempre busca la adaptación de los pibes y pibas al statu quo opresor.

   Proponemos; para empezar a dar batalla contra la dominación adulta; salir y habitar las infancias, compartir con las chicas y chicos, abandonar la mirada adulta que siempre ve a las pibas y pibes en falta, charlar sinceramente, genuinamente. Confiar más, dejarnos envolver por las ganas de jugar, por las ganas negar la autoridad adulta y asumir un compromiso generoso, ético e inmoral que se ponga del lado de la niñez vulnerada, no respetada y dominada. Como se imaginarán este compromiso esta bastante lejos de la solidaridad protectora.

 [1] Eugenio Zaffaroni.

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